Toda Música es Política- Musik und Zapatismus
Am 1. Januar 2014 ist es genau 20 Jahre her, dass sich im Südosten Mexikos die zapatistische Befreiungsarmee EZLN erhob. Zeitgleich mit Inkrafttreten des Nordamerikanischen Freihandelsabkommens NAFTA erinnerte die EZLN die Menschen in Chiapas, Mexiko und auf der ganzen Welt daran, dass für die indigene Bevölkerung Mexikos selbst die grundlegendsten Rechte noch immer nicht erfüllt sind: Arbeit, Land, Nahrung, Gesundheit, Bildung, Unabhängigkeit, Freiheit, Demokratie, Gerechtigkeit und Frieden, so ihre Forderungen, die so einfach wirken und doch so schwer umzusetzen sind.
Unerhört - eine Guerilla, die dem 20. Jahrhundert am Schluss noch ihren Stempel aufdrückt und dazu aus einem Winkel der Erde kommt, wo die Zeit still zu stehen scheint. Aber so geschah es. Und in der Folge mischten die Zapatisten mit ihrer innovativen Medienpolitik und popkulturellen Ideen linke und Kulturszene gleichermaßen auf, und zwar weltweit.
In den Vortrag untersucht die Medienwissenschaftlerin und Linguistin Gabriela Gorjon aus Guadalajara (Mexiko), wie der Zapatismus in den letzten 20 Jahren die Texte von Musikschaffenden unterschiedlichster Länder beeinflusst hat und welche Auswirkungen er auf Lebens- und Arbeitsformen von (Musik-)Kollektiven weltweit hatte.
Sie wird auch darauf eingehen, welche Rückwirkungen die von den ZapatistInnen beeinflusste Musik wiederum auf die indigenen Aufständischen in Chiapas hat.
Termine:
3.01.
Hamburg
19:00 Uhr
4.01.
Berlin
20:00 Uhr
7.01.
Bremen
19:00 Uhr
8.01.
Münster
20:00 Uhr
9.01.
Köln
21:00 Uhr
10.01.
Bonn
20:00 Uhr
11.01.
Wuppertal
21:00 Uhr
13.01.
Bochum
20:00 Uhr
15.01.
Altötting
20.00
16.01.
München
Die Rundreise wird von Katholischer Fonds und Brot für die Welt unterstützt
Toda
música es política por naturaleza:
influencias del zapatismo en
la música
La investigación que nutre esta charla surgió en la década de los 90, la misma en la que en México y el mundo supimos que había algo llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que el 1ro de enero de 1994, mismo día en que entraba en vigor el TLCAN, se había levantado en armas exigiendo trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz, demandando, básicamente, derechos humanos, mismos que no tendrían que haber necesitado exigir, que tendrían que haber estado plenamente cumplidos.
Muchos volteamos al sureste mexicano “¿Una guerrilla terminando el Siglo XX? ¿Qué pasa?” Y lo que pasaba era que allá no había pasado nada, y entonces aprendimos de la mano de los zapatistas, que en México podíamos viajar en el tiempo: que en cuestión de 18 horas en autobús o menos, podíamos pasar de una ciudad (o incluso un centro rural) con todos los servicios (más o menos) como debía ser, a una tierra que había sido abandonada y dejada del lado de todo, con una población ignorada y marginalizada, utilizada por los programas sociales; un lugar donde no podía ser más claro aquel sinónimo nefasto: ser indígena es igual a ser pobre.
Y entonces pasó lo que todos sabemos, que la guerra fue parada gracias a la voluntad popular y el 12 de enero de 1994 cesó el fuego. Y entonces comenzó todo allá afuera, porque dentro, ahí en la selva, ya había comenzado todo hacía 10 años.
El zapatismo y el filozapatismo comenzaron a caminar sus caminos, andando a veces de la mano a veces no; y llegaron a Chiapas los italianos y los españoles y algunos mexicanos mestizos, y muchos otros más, y entonces comenzaron los negocios de café de comercio justo, con orgullosa estrella roja, para venderse por Europa, y comenzamos a aprender cómo era esa otra forma, y devorábamos cada comunicado que el Sub firmaba. Y gritábamos a todo pulmón en los conciertos, que los queríamos, que estábamos con ellos, que sentíamos su dolor, su abandono y la renovada dignidad y rabia, que detrás de nosotros estamos ustedes. Sí, gritábamos en conciertos, porque de repente la música que escuchábamos respondía a aquello que pasaba en el sureste y que comenzaba a pasar, al menos en los corazones, de muchas personas que no estábamos allá físicamente.
Esta charla se centra en cómo la música es otra forma de hacer política, una que puede ser poderosa en términos de cambio de estructuras mentales y sociales, y en cómo el zapatismo ha inspirado, por ya 20 años, la lírica de diversos músicos de muchos países del globo. Asimismo, cómo el zapatismo ha influenciado las prácticas y formas de vida de algunos artistas que se han convertido en difusores de hacer otro mundo posible, desde la organización local y la práctica cotidiana, a través de colectivos, cooperativas, negocios justos, etc. La influencia la podemos ver en las letras, en los géneros musicales, pero también en las formas de gestionar proyectos, la forma de vivir la vida, hasta allá se puede infiltrar el zapatismo también. Hay también incluso otro tipo de influencia, aquella que la propia música genera en el zapatista, en el niño indígena, cuando éste se escucha reflejado en aquello que canta ese extranjero. La música se trata de un afluente de ida y vuelta, que se alimenta y luego alimenta de vuelta a quien lo alimentó. En esta charla pretendo explicar un poco cómo sucede este fenómeno político a través de la música, desde un estudio académico pero también desde la experiencia directa.
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Gabriela Gorjón Salcedo nació en Guadalajara, Jalisco, México en 1978. Estudió Ciencias de la Comunicación en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO, Universidad Jesuita en Guadalajara) de la que se tituló con la tesis Toda música es política por naturaleza, la lírica de Manu Chao, su música como otra forma de hacer política, en 2004. Desde 2001 trabajó en el ITESO como asistente de investigación alrededor de temas como la teoría política de Pierre Bourdieu, Chiapas y el movimiento zapatista, y el campo de los derechos humanos en México. Posteriormente colaboró haciendo comunicación en el Centro Prodh y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los DH, así como en movimientos sociales altermundistas en México; su trabajo en derechos humanos la llevó a interesarse en la lingüística forense y en 2012 terminó la maestría en Lingüística Aplicada en la Universidad Nacional Autónoma de México; actualmente se encuentra terminando su tesis alrededor del análisis de cómo una argumentación jurídica falaz puede abonar a la violación del derecho a la justicia en México.